Este blog forma parte del proyecto narrativo Cuéntalo Todo, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen dentro de la materia Redacción Universitaria del Departamento de Humanidades, División de Ciencias Sociales, y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco

domingo, 21 de octubre de 2012

Cómo olvidar aquella canción que decía así:

 

“Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno.

Son las mismas que alumbraron
con sus pálidos reflejos
hondas horas de dolor.

Y aunque no quise el regreso
siempre se vuelve
al primer amor.

La vieja calle
donde me cobijo
tuya es su vida,
tuyo es su querer.

Bajo el burlón
mirar de las estrellas
que con indiferencia
hoy me ven volver”.


 

Comencé a cantar parte de la canción, y al terminar solo reímos los cuatro, y seguimos en nuestra charla, pero había algo. Ése momento, había sido tan excitante, que tenía en la mente, pedazo de imágenes y sentimientos. Una sensación que invadía mi cuerpo.

 

Llegando al lugar donde sería la fiesta. Saludé a mi amiga Carolina, la festeja, y platicamos por un momento. Comenzó la cena, el baile y con estos la diversión. En mi mesa se encontraban algunos amigos y otros desconocidos, también, los dos chicos que habíamos visto anteriormente en las escaleras de la iglesia.

 

Salí a la pista de baile y comencé a brincar, como si quisiera alcanzar el techo del salón. Por un momento gire mi cuerpo hacia la mesa, donde estaba mi lugar, y vi que Yara estaba platicando con uno de los chicos. Sentí una emoción tan fuerte, que mi piel comenzó a enchinarse. Regrese a mi asiento y escuche que gritaban mi nombre, “Edgar”. Volví a girar mi cabeza; allí estaba Yara junto a él. Sonreí y me dijo “ven”, no espere más y fui hasta su lugar. Se presento con el nombre de Dante, y pregunte como es que sabía mi nombre; Me dijo que Yara le había dicho mi nombre, mis gustos y algunos chistes. Comenzamos a platicar sobre la fiesta, la música, la vida, algunas drogas, la religión y la familia. Mientras él me preguntaba, si quería tomar un vaso más con tequila a lo que yo respondí, claro y preciso, si.

 

Eran las dos y media de la mañana, y seguíamos hablando y tomando. Llegó Carolina, preguntando si queríamos ir a su casa para seguir la fiesta. Yo me encontraba en un estado de ebriedad, pero acepté la propuesta y salimos del salón. Yara estaba cansada de bailar, y más porque tenía puestas unas zapatillas, con un tacón que media diez centímetros.

–Dante pregunto si queríamos irnos caminando, que no era muy lejos a donde teníamos que llegar.

–Yo conteste que era muy tarde para irnos caminando y que era peligroso.

–Él respondió con tanta estupidez “bueno yo decía, para que conozcan”. Reí por un momento y Yara junto a mí.  

–Ella dijo, que no podría caminar más con esas zapatillas.

–Él contesto que le prestaba sus tenis.

–Yo pregunte que si se iría descalzo y dijo que sí. Yara tomo la palabra y dijo que todos nos fuéramos descalzos, sonreímos los tres reímos y aceptamos.

 

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