Retiré la sabana de mi rostro, y la luz del sol que penetraba la ventana de mi cuarto,
lograba cegarme por un momento. Me levanté, tomé mis pantuflas y comencé a
dirigirme hasta la habitación donde se encontraba mi mejor amiga Yara.
Había llegado un
día antes a mi casa, pues la invite a
una fiesta de dieciocho años, que sería
hoy ocho de octubre de 2011. Sería la típica
fiesta de dieciocho. Sí esa fiesta donde la festejada luce un
extravagante vestido, y muestra a la sociedad que ya es capaz de decidir en su
vida, y baila con acompañantes algunas canciones de su música preferida, y esta
rodeada de personas muy importantes como amigos, familiares, y van a una iglesia
donde un padre da una misa y claro ella siempre tiene que ser el punto o centro
de atención.
Una
vez arreglados salimos de mi casa y caminamos hasta la parada de camiones,
donde tomaríamos, él camión que nos llevaría a la iglesia, donde seria la misa y cerca
de donde celebraríamos.
Al llegar a la iglesia lo
primero que observamos es si ya había terminado la misa; La verdad es que no me
incomodaba mucho estar escuchando una misa católica siempre y cuando el padre
hablara de una forma clara y coherente sobre la religión porque existen algunos
padres que dicen cosas que para mí ni tienen sentido ni son adecuadas para la
misa, además de que Yara y yo no somos religiosos, creemos que pudiera existir
la presencia de un dios, pero es una gran cuestión en la vida que ni siquiera la ciencia podría explicar. Así que lo
nuestro era creer solo en lo que vivíamos, en lo que pensábamos, en lo que
sentíamos y sobre todo en cada uno de nosotros.
La
iglesia se encontraba sobre varios escalones largos y pequeños, era como esas
iglesias antiguas donde los españoles obligaron a los indígenas a construir un
templo sobre sus mismos templos, pirámides, monumentos, ofrendas, etc. Al
subirlos todos observamos que la misa aun no había terminado así que decidimos
esperar afuera sentados y descansar un momento del pequeño pero cansado camino.
Comencé a tomarle fotos a Yara, sentada entre las jacarandas, era tan hermosa
verla entre los colores lila y azul metálico. Comenzamos a platicar sobre la
vida cotidiana que llevábamos hasta ese instante. Por un momento gire mi cabeza
y vi a dos chicos sentados igual que nosotros en los escalones, observando y
cantando.
Te sugiero que corrijas la acentuación:
ResponderEliminarRetiré
Levanté
Tomé
Sería (el que nos llevaría a la iglesia...)
Yo creo que eso sería todo. Me gustó mucho tu primera entrada.
Es un arranque lento, Édgar, pero veremos qué sucede la próxima semana. La entrada es muy descuidada en cuanto a su puntuación. Recuerde, entre otras cosas, que no separamos el verbo de su complemento directo: "[...] donde tomaríamos, él que nos llevaría a la iglesia [...]".
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