Han pasado dos semanas y seguía
esperando, la llamada de Dante. Me encontraba en Amealco de Bonfil un municipio
de Querétaro. Había viajado una semana antes, con el propósito de realizar
conferencias para jóvenes y sus familias, con el título de “El papel del
adolescente en la escuela, familia y amistades”. Estaba hospedado en la casa de
una familia que se ofrecieron en ayudarme. Todos ellos muy amables conmigo.
Todos los días, pensaba en Dante,
en la llamada, en la fiesta y en ¿Qué pasaría después? No sabía, si algún día volvería a verlo. Mantenía
mi mente ocupada, mi tiempo y mi cuerpo, pero no era suficiente, puesto que
siempre había un espacio, para pensar en él.
Llego el fin de semana, y eran
las diez de la mañana, me encontraba encerrado entre cuatro paredes de adobe. Sonó
mi celular, era Yara. Lo abrí, y vi que decía “Güey, ¿Donde chingados estas?
Tengo noticias mil, y tu ni tus luces, hasta de Dante. P.D. Te amo”. Salí
corriendo del cuarto, en el que me encontraba feliz, acelerado y emocionado.
Salte, reí y sonreí. No podía esperar más, tenía que hablar con Yara. Marque a
su celular y contesto, lo primero que dije fue:
-¡Hola! Amor, ¿Como estas? ¿Qué paso? Cuéntame que te dijo Dante. Muero por saberlo.
-Bien amor, y Tú, ¿Cómo estas?
Tranquilo.-Estaba saliendo, del metro Juárez, cuando sonó mi celular y conteste.
Pregunte ¿Quién habla? y me respondió, Dante. No sabía qué hacer, mi corazón comenzó a latir muy rápido, y me
quede muda por un instante. Solo dije ¡hola!, que milagro y él respondió diciéndome
que los milagros no existían y me pregunto que como estaba, a lo que yo
conteste que muy bien. Me dijo, que te había marcado a ti antes, pero como no
le contestabas decidió marcarme a mí.-No puedo creerlo, es que, aquí, casi no hay señal. ¡Qué felicidad! me ha intentado marcar primero a mí que a ti.
-Sí, si ya cállate, déjame terminar. Me dijo que si podíamos salir mañana, que te avisara, haber que hacíamos. Así que no hagas planes.
Estoy en Querétaro, pero en este
momento, regreso al Estado de México. Más tarde te marco amor. Adiós. Colgué
el celular. Grite de felicidad, como loco, y comencé a empacar mi ropa y objetos
que había llevado conmigo. Con la ilusión que tenía, en ese momento, me despedí de las personas que me habían acogido, durante mi estancia, en ese lugar.
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