Este blog forma parte del proyecto narrativo Cuéntalo Todo, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen dentro de la materia Redacción Universitaria del Departamento de Humanidades, División de Ciencias Sociales, y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco

domingo, 18 de noviembre de 2012

Ha pasado una semana, de haber ido a casa de Dante y estaba listo para ir a la fiesta que iba hacer mi amigo Erick. Me sentía un poco nervioso, ya que había invitado a Yara y  Dante. Hoy se decidiría todo.Tomé mi saco y salí de mi casa.
Llegando a la fiesta, me encontré con amigos que tenía mucho tiempo de no verlos.Saludé a varios conocidos y decidí sentarme a tomar un vaso de refresco. Se acercó a mi, Erick:
—¡Hola! ¿Cómo estas hermano? Dijo él
—¡Hola! Cara de perro. Yo estoy muy bien. ¿Cómo estas tú? Conteste
—Que alegría que pudiste venir. Ya estas listo para echarnos unas chelas, o ¿Qué pedo?
—Callate cara de perro. Tú siempre dices lo mismo, y me dejas morir solo.
—Nel, ya verás que hoy si nos echamos unas. Bueno, deja voy a saludar. Ahorita nos vemos.
Seguí sentado por más de 20 minutos, y vi, que había llegado Dante y tras de él, Yara. Me paré,me acerqué y los saludé.Después, decidimos irnos a sentar en el pasto.Antes de sentarnos: cogimos un refresco, una bolsa de papas fritas y una botella de tequila.
Una vez sentados, comenzamos a platicar, a tomar y comer.
—Y ¿Qué has pensado? Le dije a Dante
—Aún no tengo una respuesta. Tú dime ¿Qué hago? Contestó, él
—No, me preguntes a mi. Tú decide. La respuesta que des, la respetaremos Yara y yo
—Así es, Dante. Tienes que decidir bien, qué quieres y qué no. Contestó Yara
—La verdad es, que los dos me gustan y mucho. Nunca había pasado por una situación de este tipo. Contesto él
—No mames. Estamos enfermos. Contesté y reí.
Seguimos platicando, y riendo. Paso el tiempo, y parecía que éramos los únicos en la fiesta. Nadie ni nada  a nuestro alrededor nos interrumpía.
Decidí ir por mas refresco. Me paré,y caminé hasta la mesa donde estaban las botellas de refresco, cogí una y un cigarrillo, lo puse en mi boca y lo prendí. Regresé con Yara y Dante. Ellos, se estaban besando con una pasión, que no quise interrumpir, dejé la botella y me retiré. Me reí por un momento y pensé que quizá era lo mejor. Escuché que gritaron mi nombre, y vi que era Erick. Así que me dirigí hacia él.
—Te estoy esperando para echarnos unas chelas. Dijo él
—Ya vine. Cayate y traite unas. Conteste.
Después de un rato, había tantas personas que no vi ni cuando  llegaron. 
Comenzaron a decir, qué si jugábamos el típico juego de botella. Pretexto perfecto para ligar. Los que escucharon y aceptaron, se acercaron a una mesa, y comenzamos. El lado se la tapadera mandaba y el otro obedecía. 
La persona que mandara, tenía que dar una orden a quién quisiera, y si la persona que tenía que hacer el castigo, no lo realizaba, tenía que tomarse un caballito.
Después de una hora,aquél "juego" se había convertido en una orgía. Yo, me había besado con tres chavas y dos chavos. No sabía para donde ir. De pronto vi a Yara y a Dante. Ella me dijo, que se tenía que ir. Que si me iba con ella y yo asepte. No podía dejarla ir sola. Nos despedimos de Dante, tomamos un taxi y nos fuimos de la fiesta.






domingo, 11 de noviembre de 2012



Llegue a México, ilusionado por la noticia, un poco cansado por el viaje, y con la idea de ir a la casa de Yara.  Aún tenía cosas que hacer en mi casa, así que fui a encontrarme con mi familia.

Han pasado dos semanas y no he sabido nada de Dante. No debí regresar a México sin pensar en otras posibilidades. Ahora no se qué hacer. Esta desesperación me está matando. Solo quiero verlo una vez más, saber si, se encuentra en buen estado, preguntarle que ha pensado, de lo que sucedió en aquella fiesta; saber si lo que dijo e hizo es verdad. No podía esperar más tiempo. Tenía que ir a su casa y hablar con él. Marqué el número telefónico de Yara y contestó. Le dije que iría a verlo, que si quería ir conmigo, y ella acepto.

Yara llegó a mi casa. Yo estaba listo para salir corriendo e ir en busca de él, pero tenía que tranquilizarme y no dejar que Yara se desesperara como yo. Así que actué como si nada pasara abrí la puerta y dije:
­– ¡Hola!, amor, ¿Cómo estás? 
–Un poco nerviosa, ¿y tú? 
–Bien, tranquilo. ¿Nos vamos? Me tomó del brazo y salimos a la calle.

En el camino, casí no hablamos. Había un silencio que no podíamos romper, a causa de los nervios. En mi mente solo pasan imágenes de la fiesta. Llegamos respiramos profundo y exhalamos. Golpeé la puerta con fuerza y espere. Veía que Yara estaba temblando así que la abrazé. ¿Quién? Preguntaron y conteste, yo. Reconocí su voz.No puedo creerlo. Es él Yara, es él.
Abrieron la puerta. Apareció Dante y dijo:
– ¡Hola!, Noma, que buena onda. ¿Cómo están? Me beso en la mejilla y a Yara también.
– ¡Bien gracias! ¿Y tú? –Conteste sonriendo. 
Me dijeron que marcaste a mi celular, pero no estaba en el estado, y por esa razón no pude contestar.
– ¡Hola!, dijo Yara
–Ya ves.Nunca imagine, que vinieran a mi casa. ¡Pasen, pasen! Dijo él
–Pues, ya ves.Teníamos que venir a aclarar unas dudas que tenemos.Conteste.
—Que dudas, dijo él.
Platicamos, durante más de cuatro horas. Hablamos de esas dudas que teníamos, y él dijo que tenía que pensar en muchas cosas. Yara y yo le dijimos, que pensara bien lo que tenía en mente, y dentro de una semana, vendríamos a su casa, para ir a una reunión en casa de un amigo. Él acepto, se despido de un beso en nuestras mejillas nuevamente y nos fuimos.

domingo, 4 de noviembre de 2012


Han pasado dos semanas y seguía esperando, la llamada de Dante. Me encontraba en Amealco de Bonfil un municipio de Querétaro. Había viajado una semana antes, con el propósito de realizar conferencias para jóvenes y sus familias, con el título de “El papel del adolescente en la escuela, familia y amistades”. Estaba hospedado en la casa de una familia que se ofrecieron en ayudarme. Todos ellos muy amables conmigo.

Todos los días, pensaba en Dante, en la llamada, en la fiesta y en ¿Qué pasaría después?  No sabía, si algún día volvería a verlo. Mantenía mi mente ocupada, mi tiempo y mi cuerpo, pero no era suficiente, puesto que siempre había un espacio, para pensar en él.

Llego el fin de semana, y eran las diez de la mañana, me encontraba encerrado entre cuatro paredes de adobe. Sonó mi celular, era Yara. Lo abrí, y vi que decía “Güey, ¿Donde chingados estas? Tengo noticias mil, y tu ni tus luces, hasta de Dante. P.D. Te amo”. Salí corriendo del cuarto, en el que me encontraba feliz, acelerado y emocionado. Salte, reí y sonreí. No podía esperar más, tenía que hablar con Yara. Marque a su celular y contesto, lo primero que dije fue:

-¡Hola! Amor, ¿Como estas? ¿Qué paso?  Cuéntame que te dijo Dante. Muero por saberlo.
-Bien amor, y Tú, ¿Cómo estas? Tranquilo.-Estaba saliendo, del metro Juárez, cuando sonó mi celular y conteste. Pregunte ¿Quién habla?  y me respondió, Dante. No sabía qué hacer, mi corazón comenzó a latir muy rápido, y me quede muda por un instante. Solo dije ¡hola!, que milagro y él respondió diciéndome que los milagros no existían y me pregunto que como estaba, a lo que yo conteste que muy bien. Me dijo, que te había marcado a ti antes, pero como no le contestabas decidió marcarme a mí.
-No puedo creerlo, es que, aquí, casi no hay señal. ¡Qué felicidad! me ha intentado marcar primero a mí que a ti.

-Sí, si ya cállate, déjame terminar. Me dijo que si podíamos salir mañana, que te avisara, haber que hacíamos. Así que no hagas planes.

Estoy en Querétaro, pero en este momento, regreso al Estado de México. Más tarde te marco amor. Adiós. Colgué el celular. Grite de felicidad, como loco, y comencé a empacar mi ropa y objetos que había llevado conmigo. Con la ilusión que tenía, en ese momento, me despedí de las personas que me habían acogido, durante mi estancia, en ese lugar.

domingo, 28 de octubre de 2012


Salimos del salón y dimos los primeros pasos .No creí lo que estábamos haciendo. Caminar en la madrugada, sin zapatos, entre la calle mojada, llena de basura y tierra húmeda.

Durante el camino, hablamos sobre “Mamá Janis”. Así es como nosotros le decíamos a la cantante norteamericana Janis Joplin. Otra de las cosas que hablamos fue sobre la fiesta. Nadie de nosotros tres sabíamos bailar, el género de música, que tocaron en la fiesta.

Pasamos por un callejón, donde estaban cinco hombres, tomados y drogados. Ellos nos decían que nos golpearían, que éramos unos putos, maricones y  pendejos. Lo único que hicimos, fue agachar la mirada y seguir caminando. Tuvimos suerte, puesto que nos vieron sin zapatos y dijeron que ya nos habían asaltado, que mejor nos dejaban ir. No tenía ningún rencor con esos hombres, puesto que yo me crié en la calle, junto a personas como ellos. Adultos, drogadictos, alcohólicos, pero me cuidaban y me respetaban. A veces juzgamos a la gente, por su apariencia y comportamiento, sin preguntarnos qué hay detrás de ello.

Transcurría el tiempo y cada vez estábamos más callados, con el temor de que alguien pudiera escucharnos y asaltarnos. El primero en romper el silencio fue Dante.

–Por fin llegamos a mi casa, esperen un momento, dejen saco las llaves para abrir.

Yara y yo nos quedamos viendo y ella pregunto. – ¿Qué no vamos a ir a la casa de Carolina?

Dante respondió –Si, pero antes, tendremos que secarnos los pies, para no enfermarnos.

Entramos a su casa nos sentamos en la sala y llevó un par de calcetines para Yara y otro para mí. Nos secamos los pies, nos pusimos los calcetines y los zapatos, y salimos de su casa, en dirección a la casa de Carolina.

Al llegar a nuestro destino, vimos a varias personas, que estaban en la fiesta y acaban de llegar al igual que nosotros. Decidimos sentarnos por un momento, afuera de la casa, en una banqueta y fumar un cigarro. Al terminar entramos a la casa. Dante me pidió mi número celular y él de Yara,y seguimos tomando, riendo, “bailando”, gritando, brincando entre otras cosas.

Me senté por un momento y observe a todas, y cada una de las personas que se encontraban en ese instante. Felices porque la fiesta fue todo un éxito.


...Yara, se sentó a un lado mío y del otro, Dante. Les sonreí, no podía estar más feliz, o al menos eso pensaba. Hasta que  Dante comenzó a acercarse lentamente, su nariz tocaba la mía y nuestros labios se juntaron.
¿Es real? ¿está pasando? ¿nos besamos? Me preguntaba, pero ese sentimiento de amor, esa excitación me hizo confirmarlo.

Esa sí era felicidad, tanto así que me levanté y salí por un momento, no podía creer lo que había pasado, traté de tranquilizarme, respiré profundo, para no verme muy novato y regrese.

Yara, mi mejor amiga y él se estaban besando. ¡Me sorprendí! Toda esa emoción se destruyó, ahora me sentía más asustado, triste, no sabía lo que pasaba. Tomé un cigarro y sali de ahí.


 vi que un amigo de Dante se acerco le dijo algo al oído, se levanto Dante, se acerco a mí y dijo – En un momento regreso, no tardo. Prendí el cigarro, le di una fumada y entre el humo, él desapareció.

domingo, 21 de octubre de 2012

Cómo olvidar aquella canción que decía así:

 

“Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno.

Son las mismas que alumbraron
con sus pálidos reflejos
hondas horas de dolor.

Y aunque no quise el regreso
siempre se vuelve
al primer amor.

La vieja calle
donde me cobijo
tuya es su vida,
tuyo es su querer.

Bajo el burlón
mirar de las estrellas
que con indiferencia
hoy me ven volver”.


 

Comencé a cantar parte de la canción, y al terminar solo reímos los cuatro, y seguimos en nuestra charla, pero había algo. Ése momento, había sido tan excitante, que tenía en la mente, pedazo de imágenes y sentimientos. Una sensación que invadía mi cuerpo.

 

Llegando al lugar donde sería la fiesta. Saludé a mi amiga Carolina, la festeja, y platicamos por un momento. Comenzó la cena, el baile y con estos la diversión. En mi mesa se encontraban algunos amigos y otros desconocidos, también, los dos chicos que habíamos visto anteriormente en las escaleras de la iglesia.

 

Salí a la pista de baile y comencé a brincar, como si quisiera alcanzar el techo del salón. Por un momento gire mi cuerpo hacia la mesa, donde estaba mi lugar, y vi que Yara estaba platicando con uno de los chicos. Sentí una emoción tan fuerte, que mi piel comenzó a enchinarse. Regrese a mi asiento y escuche que gritaban mi nombre, “Edgar”. Volví a girar mi cabeza; allí estaba Yara junto a él. Sonreí y me dijo “ven”, no espere más y fui hasta su lugar. Se presento con el nombre de Dante, y pregunte como es que sabía mi nombre; Me dijo que Yara le había dicho mi nombre, mis gustos y algunos chistes. Comenzamos a platicar sobre la fiesta, la música, la vida, algunas drogas, la religión y la familia. Mientras él me preguntaba, si quería tomar un vaso más con tequila a lo que yo respondí, claro y preciso, si.

 

Eran las dos y media de la mañana, y seguíamos hablando y tomando. Llegó Carolina, preguntando si queríamos ir a su casa para seguir la fiesta. Yo me encontraba en un estado de ebriedad, pero acepté la propuesta y salimos del salón. Yara estaba cansada de bailar, y más porque tenía puestas unas zapatillas, con un tacón que media diez centímetros.

–Dante pregunto si queríamos irnos caminando, que no era muy lejos a donde teníamos que llegar.

–Yo conteste que era muy tarde para irnos caminando y que era peligroso.

–Él respondió con tanta estupidez “bueno yo decía, para que conozcan”. Reí por un momento y Yara junto a mí.  

–Ella dijo, que no podría caminar más con esas zapatillas.

–Él contesto que le prestaba sus tenis.

–Yo pregunte que si se iría descalzo y dijo que sí. Yara tomo la palabra y dijo que todos nos fuéramos descalzos, sonreímos los tres reímos y aceptamos.

 

domingo, 14 de octubre de 2012

Sin Zapatos


Retiré la sabana de mi rostro, y la luz del sol que penetraba la ventana de mi cuarto, lograba cegarme por un momento. Me levanté, tomé mis pantuflas y comencé a dirigirme hasta la habitación donde se encontraba mi mejor amiga Yara.                          
Había llegado un día antes  a mi casa, pues la invite a una fiesta de dieciocho  años, que sería hoy ocho de octubre de 2011. Sería la típica  fiesta de dieciocho. Sí esa fiesta donde la festejada luce un extravagante vestido, y muestra a la sociedad que ya es capaz de decidir en su vida, y baila con acompañantes algunas canciones de su música preferida, y esta rodeada de personas muy importantes como amigos, familiares, y van a una iglesia donde un padre da una misa y claro ella siempre tiene que ser el punto o centro de atención.
Una vez arreglados salimos de mi casa y caminamos hasta la parada de camiones, donde tomaríamos, él camión que nos llevaría a la iglesia, donde seria la misa y cerca de donde celebraríamos.
Al llegar a la iglesia lo primero que observamos es si ya había terminado la misa; La verdad es que no me incomodaba mucho estar escuchando una misa católica siempre y cuando el padre hablara de una forma clara y coherente sobre la religión porque existen algunos padres que dicen cosas que para mí ni tienen sentido ni son adecuadas para la misa, además de que Yara y yo no somos religiosos, creemos que pudiera existir la presencia de un dios, pero es una gran cuestión en la vida que ni siquiera  la ciencia podría explicar. Así que lo nuestro era creer solo en lo que vivíamos, en lo que pensábamos, en lo que sentíamos y sobre todo en cada uno de nosotros.
La iglesia se encontraba sobre varios escalones largos y pequeños, era como esas iglesias antiguas donde los españoles obligaron a los indígenas a construir un templo sobre sus mismos templos, pirámides, monumentos, ofrendas, etc. Al subirlos todos observamos que la misa aun no había terminado así que decidimos esperar afuera sentados y descansar un momento del pequeño pero cansado camino. Comencé a tomarle fotos a Yara, sentada entre las jacarandas, era tan hermosa verla entre los colores lila y azul metálico. Comenzamos a platicar sobre la vida cotidiana que llevábamos hasta ese instante. Por un momento gire mi cabeza y vi a dos chicos sentados igual que nosotros en los escalones, observando y cantando.